jueves, 19 de noviembre de 2015

ENCUENTRO CON JOSE LUIS CUERDA Y JUAN JOSÉ AFONSO

José Luis Cuerda y Juan José Afonso.

El 12 de noviembre, y dentro de las actividades del Otoño Cultural del Espacio Cultural CajaCanarias, se llevó a cabo la charla "El mundo que queremos: Cultura y sociedad democrática", que estuvo moderada por el actor y productor Carlos Belda, y contó con la participación del director, guionista y productor Jose Luis Cuerda, y el director escénico Juan José Afonso.  

Este último inició el evento con una reflexión sobre lo que para él significaba el concepto de cultura, haciendo hincapié en que "El gobierno no puede controlar la cultura de arriba abajo y en realidad tiene que dejarnos trabajar y favorecernos. En Inglaterra se ha protegido la cultura y se han generado textos maravillosos porque se considera que es un valor y un pilar fundamental". 

José Luis Cuerda, conocido por ser el creador de la trilogía de comedias surrealistas integrada por el telefilm "Total" (1983) y las películas "Amanece que no es poco" (1988) y ""Así en el cielo como en la tierra" (1995), también es el responsable de otros films como "Pares o nones" (1982), "El bosque animado" (1987), "La viuda del capitán Estrada" (1991), "La marrana" (1992), "Tocando fondo" (1993), "La lengua de las mariposas" (1999), "La educación de las hadas" (2006), "Los girasoles ciegos" (2006) y "Todo es silencio" (2012). En la pequeña pantalla fue el realizador de la segunda temporada de la serie "Makinavaja", y en su faceta como productor estuvo al frente de las tres primeras películas de Alejandro Amenábar: "Tesis" (1996), "Abre los ojos" (1997) y "Los otros" (2001). 

A la hora de dar su punto de vista sobre el panorama cultural y la sociedad, hizo una ácida reflexión y destacó por su divertida capacidad como orador: "Vivimos en un mundo que nos ha llevado a un callejón sin salida. Existe un trípode en el que se asienta la sociedad contemporánea, integrado por la apariencia (todo aquello que surge a primera vista y donde uno no tiene que pensar lo que es), y la percusión y la repetición de las cosas. La complejidad de un asunto no te hace formar un criterio sobre las cosas, no conviene que pensemos o deduzcamos.

También hay una absoluta admiración por las cifras, y con ellas se miente más que se habla. Un empleado ahora trabaja tres horas y le pagan menos que por una. Los políticos dicen que desciende el paro, pero un empleado de una hora es un desempleado de siete. Nunca antes ha existido tal cantidad de asalariados  que no puedan subsistir con lo que cobran. Por este motivo, la aportación de la cultura a todo esto ayuda a manifestar la comprensión de los hechos y a fomentar el espíritu crítico.

El gobierno en España tampoco favorece las cosas a nivel cultural, por ejemplo, en Nueva York es gratis rodar en las calles por el atractivo turístico que supone visitar el escaparate donde Audrey Hepburn estuvo en la escena de "Desayuno con diamantes" (1961).

Otro aspecto que me preocupa es la democratización de la cultura: Ahora dicen que la cultura es gratis, y yo no estoy de acuerdo, lo que la gente quiere es no pagar. Si alguien ha escrito un libro o ha hecho una película y se deja los sesos, y los usuarios se bajan la obra de internet, ¿entonces yo puedo salir a la calle y llevarme un coche que esté aparcado e irme a la playa para luego dejarlo como estaba? Muchas personas opinan que el cine es caro, pero luego no tienen problemas en tomarse un gin-tonic o pagar por la entrada de un partido de fútbol, y lo dice alguien al que le gusta este deporte".

En relación a su carrera profesional, explicó la manera en cómo gestó el guión de "Amanece que no es poco": La escribí en un bar, escuchando RNE de fondo para contagiarme de algunas noticias singulares, y cuando creaba algún gag, llamaba a mi mujer para comprobar si se reía"; o la producción de "Los otros": "No me gustó nada la experiencia de trabajar en coproducción con Hollywood. Y tengo una anécdota que ilustra muy bien lo ocurrido: En un determinado momento conseguimos un chalet que daba a un callejón sin salida en un barrio residencial de Madrid para que se quedaran Tom Cruise, Nicole Kidman y los niños.  Un día Tom Cruise se pilló un cabreo porque aparecieron unos paparazzis a hacerle fotos a su mujer y a él, justo cuando en la calle habían unos Mercedes con los cristales tintados para trasladarlos al set. A raíz de ello, Paula Wagner, la socia de Cruise y una de las personas más despreciables que he conocido en mi vida, exigió una reunión con el alcalde de Madrid, pero como al final no lo consiguió, acudió a un importante bufete de abogados para impedir que se hicieran fotos a sus representados. Pero como aquello no prosperó, ya que los paparazzis estaban en la vía pública, ella misma me preguntó: ¿Y no podemos comprar la calle? Eso sí regateaba para que la luz y el sonido le costase menos, pero no hubiese tenido problemas en comprar la calle si hubiera podido".  

Por otra parte, también hubo espacio para contar algunas curiosas experiencias personales: "Mi padre era jugador de cartas profesional, y ganó un piso en Madrid durante una partida contra un importante constructor español", y para leer en voz alta algunos de sus particulares tweets como "Los hombre guapos, muy guapos no hacen más que estorbar" o "Los saltamontes son feos de cara, pero tienen un cuerpazo". Pequeñas muestras de que aún conserva su ingenio y buen sentido del humor, como en los inicios de su carrera. 




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